Reflexión de enero
En nuestra vida diaria, en el transcurso de nuestras carreras y vocaciones, conocemos a muchas personas diferentes. No los conocemos tan bien y nuestra relación con ellos varía. Algunos se vuelven grandes amigos, cónyuges, clientes y socios comerciales, otros conocidos. Durante el día, trabajamos con ellos para alcanzar nuestras metas y destinos previstos. Sin embargo, al final del día, a todos nos gustaría volver a lo que es familiar y básico para todos nosotros.
-lo básico- nuestra propia familia a la que todos conocemos y amamos hasta el final. We nos gustaría que estuvieran a nuestro alcance.
¿Cómo te sientes cuando has tratado de contactarlos solo para descubrir que no están disponibles debido a alguna razón fuera de tu control? Solo verlos, su calidez, imágenes y sonidos, nos hace sentir completos nuevamente. Somos enriquecidos en su presencia.
En el aspecto espiritual, no podemos dispersarnos demasiado, demasiado lejos, y terminar estando abiertos a un ataque del diablo. Solo podemos resistir tentaciones cuando estamos firmemente plantados en nuestra fe, nuestra familia y nuestro hogar. Estas son las cosas básicas que están cerca y más cerca de nuestros corazones que nos hacen a todos uno y fuertes.
Reflexión sobre Nuestra Señora
Un día un fraile le preguntó a S. Pío de Pietrelcina: "Padre, ¿qué piensa de Nuestra Señora?" Él respondió: "Ella vale más que la teología y la filosofía". Esta respuesta del Padre Pío se hace eco de las palabras del Espíritu Santo que la liturgia pone en los labios de Nuestra Señora: "Rodeé la bóveda del cielo, y Caminé sobre el fondo del abismo" (Ec 24,5). ¡Qué vasta y celestial realidad es el misterio de María!
Ella es nuestra Señora. Ella es de Dios y de los hombres. Es madre de Jesús y madre nuestra. "He aquí tu Hijo" (Juan 19:26). Nuestra Señora no puede dejar de amarnos. La maternidad significa amor. Si San Pablo encontró su "preocupación diaria" en "la preocupación por todas las iglesias" (2 Cor 11, 28), cuánto más somos todos nosotros la preocupación de Nuestra Señora, que es madre de todos nosotros? Como el santo Cura de Ars se atrevía a decir que ni en el Cielo Nuestra Señora puede gozar en paz del Paraíso; porque es como una buena madre con hijos fuera de casa que vela por su regreso. Sus cuidados cesarán sólo al final de los tiempos cuando su último hijo entre en la casa del Padre y ella, teniendo por fin a sus hijos, podrá disfrutar en paz de su Paraíso.